No puedes ser héroe sin un corazón abierto a todos los seres, incluyendo a todos los insectos, carroñeros y fantasmas en pena.
Por más magnánima que sea tu fuerza, por más imponente que sea tu disciplina, no puedes ser un héroe sin un corazón que se regala cada momento al mundo entero.
Porque esta herida abierta en todas las direcciones es el heroísmo mismo. Este auto-sacrificio ofrendado continuamente al cosmos es la valentía inmortal de todas las eras.
Es el mismo arrojo con que una leona abandona a sus cachorros para buscar, matar y llevarles carne fresca. Es la misma bravura de un toro de lidia que no deja de embestir para sobrevivir, aunque eso acelere su muerte.
Es la misma frialdad del médico que toma decisiones en segundos para salvar la vida de cuerpos gravemente heridos.
Este corazón sangrante es la misma muerte del meditador que se sumerge gradualmente en la realidad incondicionada del universo.
Ojalá te vuelvas una bestia ascética mediante la alquimia del hierro, mediante el fuego purificador de las artes bélicas. Pero si olvidas prenderle fuego a tu corazón para usarlo como antorcha para iluminar el mundo, estarás condenándote a la terquedad más nociva de todas.
Serás un bruto más que inventará reinos sin sustancia en su cabeza. Un acumulador de poder embriagado de soberbia asquerosa.
Porque al final del día, para eso estamos aquí. Para vencer la esclavitud a la ignorancia abriéndonos el corazón y sangrando libertad total.
Haz la incisión en tu pecho y deja que todo mundo beba de ti. Hazlo sin miedo. Corta tu carne con la disposición a ser el alimento de lo que sea. Regala tus ojos, tus entrañas, tus añoranzas y todos tus triunfos.
La llave que abre el Reino de los Cielos es esta generosidad que no teme a la muerte.
Toma tu consciencia y afílala con rendición sutil y profunda hasta que se vuelva una hoja sumamente delgada, letal y transparente. Después, deja que atraviese cada fenómeno que toque.
Permite que le quite la vida a las intenciones perdidas y enfermas de tu ser, para que así florezca la Tierra Pura de tu cuerpo, palabra y mente.
Transforma el mundo entero en un corazón herido que sangra arrecifes, estepas, témpanos y desiertos. Después, mezcla tu consciencia con la luz del sol y permite que los rayos luminosos la lleven a cada rincón de la Tierra y así consagre la sangre derramada en todas las direcciones.
Quedarás exhausto, totalmente derrotado, sin provisiones que te den un segundo más de vida.
Está bien. De eso se trata. Si no estás dispuesto a regalarte, de qué sirve tanta vida.
Arte bélica de corazón abierto